Tras siete años de debate en el congreso, y ante la necesidad de contar con mujeres instruidas que se hicieran cargo de la educación de sus hijos o que pudieran paliar la crisis económica, el Decreto Amunátegui que dio el pase a la educación universitaria femenina fue un gran hito en materia de género.
Fuente: El Mostrador.
Un día como hoy, pero en 1877, las mujeres al fin pudieron acceder a la educación superior. En nuestro país, si bien la creación de la Universidad de Chile en 1842 fue fundamental para el nacimiento de la clase profesional alejada de la impartida por la iglesia, este acceso estuvo vetado para la población femenina la mayor parte del siglo XIX.
Durante aquel siglo las mujeres contaban con escasas alternativas educativas: sólo podían asistir a la escuela primaria, a la Escuela Normal de Preceptoras (dirigida por las religiosas del Sagrado Corazón) y hacia fines del siglo a los primeros liceos femeninos.
Ernestina Pérez Barahona: doctora en medicina
La crisis económica
Sin embargo, como suele suceder en las naciones, la economía es la que manda y poco a poco en 1870, el congreso comenzó a darse cuenta de la necesidad de contar con mujeres instruidas que se hicieran cargo de la educación de sus hijos o que pudieran paliar la estrechez económica con algún tipo de formación u oficio.
Producto de aquel debate, siete años después, en 1877, se realizó el Decreto Amunátegui, en recuerdo al Ministro de Educación que lo impulsó, Miguel Luis Amunátegui, quien se basó en tres argumentos:
- La conveniencia de estimular en las mujeres la dedicación al estudio continuado.
- La arraigada creencia de que las mujeres poseían ventajas naturales para ejercer algunos oficios relacionados con la asistencia a otras personas.
- La importancia de proporcionar los instrumentos para que algunas mujeres, que no contaban con el auxilio de su familia, tuvieran la posibilidad de generar su propio sustento.
El decreto también estipulaba que las mujeres que aspiraban obtener títulos profesionales debían rendir exámenes válidos bajo las mismas condiciones a las que estaban sometidos los hombres.
Alumna estudiando Derecho Penal con dos compañeros, 1949
Las primeras profesionales
Derecho y medicina fueron las carreras elegidas por las primeras mujeres universitarias. Eloísa Díaz y Ernestina Pérez fueron las primeras en recibir el título de médico cirujano. Y llegando 1960, más de ocho mil mujeres habían recibido educación universitaria, ser profesora de estado era la profesión más popular.
Muchas de estas profesionales pioneras, entre ellas, Elena Caffarena, conformaron y lideraron organizaciones feministas durante la primera mitad del siglo XX, a través de las cuales buscaron la reivindicación civil y política de la mujer, además de proteger a las más desposeídas de la sociedad.
Elena Caffarena y sus compañeros de la Escuela de Derecho, 1926