Fuente: XarxaTIC
En los últimos tiempos y, fundamentalmente debido a la facilidad de transmisión y viralización de determinadas noticias (¡nos aburrimos mucho!) gracias a las redes sociales, hay un montón de publicaciones y vídeos en los que, por lo visto, hay un montón de personas que dicen que “a pesar de que nadie daba un euro por ellos en la escuela, han conseguido el sueño de haber entrado en una determinada carrera o estar trabajando en ciertas profesiones”. Y ello me lleva a una reflexión. Bueno, a unas cuantas.
La primera reflexión es que los profes (usaré el palabro) no deberíamos hacer suposiciones acerca del futuro de nadie. Yo he tenido alumnado de todo tipo y, salvo algunos que hubiera sido un milagro que no hubieran acabado mal (¡todos esos acabaron mal!), la mayoría han ido madurando y, en ocasiones les ha ido bien en la vida y en otras no tan bien. Me hubiera equivocado con una minoría del alumnado “excelente” y también con ese alumnado “por el que no hubiera apostado nunca”. Pero una cuestión es pensarlo y otra decírselo. Bueno, he de reconocer que yo siempre he sido bastante mentiroso y siempre he intentado animarlos a todos. Por arriba y por abajo. Y creo, pasado el tiempo, que a veces evitarles que se estamparan o darles falsas esperanzas, no ha sido del todo profesional. Aún así, reconozco que sigo haciéndolo. Para mí todo mi alumnado tiene expectativas. Incluso el que sé a ciencia cierta que va a tener una vida jodida y que, con altísimas posibilidades, va a acabar muy mal. Ojalá, repito, no acabara mal pero son excepciones las veces en las que nos equivocamos. Especialmente cuando ya llevamos unos cuantos años dando clase, si les tenemos muchas horas o los hemos tenido muchos cursos.
La segunda reflexión es que no es malo poner al alumnado frente a la realidad. Frente a una sociedad clasista y segregadora. Frente a una realidad en la que, por desgracia, más que la educación recibida y el esfuerzo de nuestro alumnado, pesa mucho más el contexto en el que nacen. Y ello obliga a exigir a los de contexto desfavorable mucho más. Sí, es así de cruel. Sí, nos puede gustar más o menos a los que creemos que esto no debería ser así pero, al final, el problema que hay es que los que salen de un contexto desfavorable necesitan dar veinte pasos previos antes de alcanzar al que ya sale de otro punto de partida. Y por eso, para ellos necesitamos recursos y exigencia. Siendo, claro está, muy complicado poner el punto óptimo de exigencia porque normalmente uno reproduce lo que vive. Si en casa hay libros, un nivel cultural determinado y un determinado nivel económico (es más relevante lo primero que esto), no hay problema. El problema viene cuando presionas a un alumno para que salga de su modus vivendi habitual.
Ojalá haya muchos alumnos que puedan decir: ¡chúpate esa, profe! Eso sí, habiendo tenido decenas de profesores en su vida académica es muy triste acordarte solo de aquel que, además de forma subjetiva pasados los años, dijo o hizo determinadas cosas. Pero bueno, lo fácil es colectivizar la crítica y eso es algo que, como todos sabemos, sucede en todas las profesiones. Además, todos sabemos que este tipo de vídeos se viralizan muy bien y lo que les gusta a algunos es hacerse notar en las redes sociales. Quizás es que, como he dicho siempre, algunos no tienen mucha vida fuera de ellas.
Para mí este curso, cuando empecemos con el alumnado, voy a poner las mismas altas expectativas y exigencia en todos ellos. Eso sí, intentaré, como he dicho antes, intentar ser un poco más realista al hablarles de ciertas cosas. A ver si me sale.