Columna de Jessica Bastiás, docente perteneciente a la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad San Sebastián.
Siglo XXI, una era marcada por la acelerada revolución de las comunicaciones y la tecnología. Cambios e innovaciones que muchas veces no están sincronizados con los procesos de enseñanza y aprendizaje. Las urgencias presentes en este tiempo exigen profesores posicionados en estas nuevas habilidades.
En la Educación Superior, existe una disonancia entre lo que ocurre en las aulas y la gestión o esfuerzos por implementar la tan anhelada innovación —y el uso de las tecnologías— como un recurso articulado y presente en la formación de diversos profesionales.
Entonces, ¿los Docentes Universitarios (DU) tienen las herramientas para fomentar, conducir y propiciar dichas habilidades en futuros profesionales de este siglo? Revisemos algunos criterios: los DU trabajan colaborativamente en asignaturas integradas para resolver problemáticas de la realidad o contingencia. Fomentan la creatividad de sus estudiantes, generando instrumentos de evaluación acorde a dichas exigencias. Logran un nivel y manejo de la tecnología en donde sus estudiantes son capaces de modificar y redefinir (Etapa de transformación, modelo SAMR de Puentedura). Es destacable que los DU demuestran un nivel de habilidades tecnológicas que les permite desarrollar las competencias anteriormente mencionadas.
En enero 2020 se aplicó una encuesta en la Facultad de Educación de la Universidad San Sebastián. En esta la muestra abarcó tanto en docentes como estudiantes, para indagar sobre la percepción ante el cambio de modalidad de enseñanza presencial a la virtualidad —con la cual tuvimos que cerrar el semestre anterior—. Se identificaron fortalezas y debilidades, rápidamente se acordaron acciones de mejoras que se están implementando en la actual pandemia.
Llevamos casi dos semanas de marcha blanca, lo que ha exigido capacitación, colaboración y por sobre todo disposición al cambio. Una situación extrema nos ha llevado a iniciar el camino del cambio y, espero, a comprender que no podemos exigir innovación a nuestros estudiantes, si la transformación no es parte de nuestra práctica docente.