Hace algunos días la Agencia de Calidad de la Educación presentó los resultados del Diagnóstico Integral de Aprendizajes (DIA), los que fueron calificados por el ministerio de Educación y otros actores como “preocupantes”.
Si bien no podemos obviar el valor de estos datos, creemos que es relevante poner foco en aquello que realmente importa. Una evaluación diagnóstica tiene como finalidad conocer el punto de partida de los y las estudiantes y entregar orientaciones a los equipos docentes y directivos para la toma de decisiones. El énfasis debe estar en comprender dónde estamos para poder avanzar, y no categorizar los resultados ni menos compararlos con evaluaciones anteriores.
Además, estos resultados no pueden analizarse sin considerar el contexto y condiciones en las cuales se produjeron los aprendizajes. Tampoco podemos desconocer que, a pesar de las dificultades y condiciones adversas, la mayoría de las escuelas han realizado un esfuerzo por adaptarse a una realidad sin precedentes, y han sabido enfrentarla con creatividad para seguir acompañando a los niños, niñas y jóvenes en su proceso de formación.
El mensaje debiese enfocarse en motivar a las comunidades educativas para que estos insumos les permitan planificar y orientar su quehacer en base al contexto, considerando los recursos y herramientas disponibles. Si utilizamos estos resultados para otros fines, probablemente terminen sirviendo solo para desmoralizar, criticar y generar tensiones, que es lo último que necesitan las comunidades educativas en estos tiempos, y en nada aportará a que los y las estudiantes logren adquirir aprendizajes.
Marcela Marzolo, directora ejecutiva.
Pablo Muñoz, jefe de Mejora Continua y Evaluación
Fundación Educacional Oportunidad

Directora Ejecutiva Fundación Educacional Oportunidad. Educadora de párvulos y profesora de educación especial de la Pontificia Universidad Católica de Chile.