Lorena Guzman – El Mercurio
Alrededor del mundo, la pandemia cerró por meses las salas de clases, pero también promovió sacarlas al aire libre. La posibilidad de contagio de covid-19 hizo que muchos profesores enseñaran en los patios o en el medio de un bosque, algo que debería dejar de ser una medida de emergencia y volverse algo común, dicen algunos expertos.
Y eso es lo que defiende Pete Higgins, profesor de Educación al Aire Libre, Medioambiental y de Sostenibilidad de la Universidad de Edimburgo, Escocia. No solo por los múltiples beneficios que pueda traer ese nuevo escenario de aprendizaje, sino también porque es una forma de enseñar a los niños cómo combatir y convivir con la crisis climática.
El próximo 24 de noviembre, Pete Higgins será uno de los expositores en la Conferencia para la Educación del Siglo XXII COEDU22, organizado por Fundación Caserta junto con la Unesco, la Universidad de Harvard y Aprendo en Casa.
—¿Por qué es relevante el aprender cerca de la naturaleza?
“Siempre ha sido importante la educación en medio de la naturaleza. En el pasado aprendíamos ahí. Si no, no hubiéramos sabido cómo encontrar agua o comida, o luego cómo cultivar la tierra.
Solo de manera muy reciente los niños empezaron a aprender en un ambiente urbano, lejos de donde está el agua, la comida o de saber que son las plantas de donde sale el oxígeno que respiran. Están completamente desconectados de la naturaleza.
El problema es que ellos son ignorantes sobre esos procesos y no conocen nuestro lugar en el planeta. Eso no es correcto, porque nos encontramos en un punto en que estamos perdiendo la riqueza de esta naturaleza y somos la única especie capaz de cuidar el planeta así como a otras especies. Tenemos la habilidad y el conocimiento para hacerlo”.
—¿Cuáles son los beneficios de sacar la sala de clases al aire libre?
“Son muchos los beneficios de aprender en la naturaleza, incluso en el patio del colegio, los que incluyen beneficios para la salud y el bienestar. El estar en espacios verdes o con agua cerca y el poder ejercitarse al salir ayuda a disminuir el estrés, bajar la presión sanguínea e, incluso, disminuir las pulsaciones.
Pero también hay estudios que demuestran que si se enseñan matemáticas en medio de espacios verdes, los escolares aprenden mejor. La razón de ello sería la calma que producen estos escenarios, lo que fomentaría el aprendizaje”.
—¿Qué le ha enseñado la pandemia a la educación?
“El encierro y las clases en línea demostraron lo valioso que es el aprendizaje al aire libre. La pandemia nos ha alentado a salir afuera. Sabemos que el covid-19 no se va ir y tenemos que aprender a vivir con él aunque tengamos la vacuna.
Pero además la pandemia ha hecho que los niños no hayan aprendido todo lo que debían. Y una de las cosas que hemos aprendido es que no podemos esperar el mismo nivel de evaluación que teníamos antes. Un ejemplo de ello es lo que ha pasado con las clases en línea. Los escolares se han vuelto mucho mejores con el teclado que escribiendo a mano, por lo que no tiene sentido hacer pruebas escritas de la segunda manera”.
—¿Por qué es importante enseñarles a los niños sobre la crisis climática?
“Cuando se habla del cambio climático también se habla de una crisis de la naturaleza o de la biodiversidad. En este contexto, es esencial que los niños aprendan lo que pasa y que sepan que pueden hacer algo al respecto; que se sientan empoderados, porque el futuro está en sus manos y han demostrado que tienen la voluntad de cambiarlo. Y la educación no puede perder su rol en ello”.
—¿La pandemia ha generado una especie de punto de quiebre en el sistema educativo?
“No estoy contra el currículo, pero esta pandemia nos ha demostrado que no podemos seguir enseñando como siempre, porque ahora los niños necesitan nuevas habilidades. El sistema de educación tiene que cambiar a nivel mundial, no solo por la crisis climática, sino porque el razonamiento también tiene que ser distinto para que, por ejemplo, los jóvenes sean capaces de diferenciar las noticias falsas de las que no lo son”.