Sofia Beuchat – Revista Ya | El Mercurio
La neurociencia ha ido demostrando que no hay diferencias entre hombres y mujeres a nivel cerebral: ni ellas serían esencialmente mejores para el lenguaje ni ellos para las matemáticas, por mencionar solo uno de los clásicos clichés en este ámbito. Sin embargo, diversos estudios muestran que este tipo de prejuicios se siguen perpetuando, a temprana edad, en las salas de clases.
Esta realidad motivó a tres mujeres, todas científicas, a pensar en un programa que les entregara conocimientos de neurociencia a los docentes para ayudarlos a identificar —y así reducir— el sexismo en las aulas. Hace poco más de un año, Florencia Álamos, médico y directora de la Fundación Ciencia Impacta; Alejandra Parra, bioquímica actualmente cursando un postdoctorado en Canadá y subdirectora de educación en Ciencia Impacta; y Gabriela Martínez, bióloga, directora del área de Educación y Extensión en el Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica (Universidad de Chile) comenzaron a reunir todo el material publicado sobre cerebro, neurosexismo y educación. Para ello, contaron con el apoyo de la feminista británica Georgina Rippon, neurocientífica, académica y autora del libro “El género y nuestros cerebros” (2020).
Así nació Potencia STEM, programa que comenzará el primer estudio sobre esencialismo de género en docentes chilenos, el que debiera estar listo en 2022. Además, luego de postular a varios fondos, fueron reconocidos por la International Brain Research Organization, con sede en París, Francia. Esto les permitió crear la primera academia de neurosexismo en nuestro país y becar a 50 docentes que trabajan en Chile, tanto en la educación pública como en la privada. En dos sesiones de medio día, complementadas con instancias prácticas, los asistentes pudieron revisar toda la literatura científica disponible sobre género y cerebro, para luego indagar en cómo usar ese conocimiento para barrer con el sexismo en el entorno escolar.
—Hicimos la convocatoria a través de redes sociales. Pensábamos que íbamos a llenar los cupos en un mes, tal vez una semana, pero fue en apenas un par de horas —cuenta Gabriela, y Alejandra agrega:
—Con los profesores y directivos hablamos sobre lo arraigados que están los prejuicios sexistas, incluso entre los padres. Agradecieron mucho poder conversar desde la evidencia.
Para Florencia, educar a los docentes en estos temas es clave, porque incide directamente en las generaciones que vienen:
—Los docentes tienen un rol transformador gigante; son verdaderos agentes de cambio —concluye.