Para la coordinadora de Política Educativa de Educación 2020, Loreto Jara, «más que suspender un tipo de evaluación como la que manejamos habitualmente, lo que se requiere es flexibilizar criterios de cantidad de calificaciones exigidas por asignatura y tratar de avanzar en una evaluación que dé cuenta de la formación integral del estudiantado».
Fuente: El Dínamo.
La pandemia del coronavirus no sólo llegó a prender las alarmas en el sistema de salud, sino que también ha revolucionado el ámbito educativo, obligando a los alumnos y docentes a pasar de las clases presenciales a la educación virtual.
Pero además de aquello, y aún sin una fecha fija acerca del retorno a los colegios en el país, este martes 21 de abril legisladores del Partido Socialista (PS) presentaron un proyecto de ley que busca que, debido a la crisis derivada del coronavirus, durante este 2020 se eliminen las notas, tanto en enseñanza básica como media.
Esto último, apelando a “la salud mental de las y los estudiantes. No existe ninguna condición para que estos sean evaluados cuantitativamente y a partir de los mismos criterios que se hace tradicionalmente, es decir, a través de una escala de notas del 1 al 7″, señaló el diputado Juan Santana (PS), según recogió T13.
“Este tipo de evaluación durante este año debe ser eliminada y extrapolada hacia una evaluación formativa, que reconozca la retroalimentación y la auto educación de las y los estudiantes que abogue por la salud mental de las familias de nuestro país”, agregó Santana, quien además integra la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados.
Antecedentes y experiencias
En 2019 el senador Jaime Quintana (PPD) presentó un proyecto de ley que apuntaba a eliminar las notas numéricas hasta cuarto año básico.
En aquel entonces, el parlamentario argumentaba que “entre los 6 y 9 años las notas producen frustración, baja autoestima y segmentación entre compañeros de curso”.
Pero lo cierto es que la iniciativa, de la cual aún no sale “humo blanco” y que en su momento fue criticada por la entonces ministra de Educación, Marcela Cubillos, – quien afirmaba que “de qué manera un padre con un sistema de evaluación no de notas, muy genérico, puede realmente saber si su hijo está aprendiendo o necesita más apoyo”-, no es nueva en Chile y menos en el mundo.
Desde 2017 en el Liceo Experimental Manuel de Salas (Nuñoa) cambiaron las calificaciones numéricas por una escala de logros, una práctica que se ha descrito como positiva y que hoy se extiende de primero a cuarto año básico. Asimismo, en Finlandia, cuyo sistema educativo es reconocido como uno de los mejores del mundo, las notas no existen hasta quinto grado.
¿Sería la mejor opción?
Si bien, ya hay experiencia en torno al giro que proponen los parlamentarios del PS, ¿qué tan positivo sería eliminar las notas en todos los cursos y colegios bajo el actual contexto de crisis?
“La evaluación educativa siempre ha sido un tema complejo y uno de los más desafiantes del quehacer docente, entre otras cosas porque requiere tomar decisiones de qué se evalúa, cómo se evalúa y para qué se evalúa; y en esas decisiones, siempre habrá algo que quede fuera o no deje conforme a alguno de los involucrados. Y en un año tan particular como éste, más que suspender un tipo de evaluación como la que manejamos habitualmente, lo que se requiere es flexibilizar criterios de cantidad de calificaciones exigidas por asignatura y tratar de avanzar en una evaluación que dé cuenta de la formación integral del estudiantado”, señaló a EL DÍNAMO Loreto Jara, coordinadora de Política Educativa de Educación 2020.
En esa línea, la experta en educación también destacó que estos desafíos “podrían abordarse desde el Decreto 67 que entra en vigencia este año; una normativa que permite que cada colegio haga cambios en sus modos de evaluar y que se aproxime a una evaluación más formativa, que se ponga al servicio del aprendizaje y no únicamente de la calificación y promoción”.
Considerando aquello, “no vemos que sea necesaria una iniciativa legal para impulsar la suspensión de calificaciones en este año (que tendría efectos sobre los cuartos medios y la ponderación del NEM); más bien consideramos que se debe avanzar en la comprensión e implementación del Decreto 67″, agregó Jara.
Además, esto último “ayudaría tanto a reforzar la profesionalización docente como la evaluación de aprendizajes esenciales del estudiantado, es decir, aquellos que se definan como parte de la priorización curricular que debiesen hacer las escuelas y también los aprendizajes más bien emocionales o valóricos, que son parte de los efectos no esperados de esta pandemia y que son tan relevantes como los aprendizajes vinculados a lo académico”, finalizó la coordinadora de Política Educativa de Educación 2020″.
Me parece que la idea de los parlamentarios no es necesaria, ya que desconoce la flexibilidad que tienen los establecimientos educacionales, y que está legalmente respaldada, para hacer adecuaciones curriculares pertinentes y relevantes a la situación específica de cada unidad educativa. Al parecer desconocen que en el nivel prebásico y escolar “la ley pareja es muy dura”, por lo que para legislar hay que tener en consideración múltiples variables imposibles de ponderar desde el Congreso.
Por ejemplo, no todos los establecimientos podrán reabrir en la misma fecha, no todos los estudiantes han tenido acceso a la formación online, el impacto psicológico de la pandemia será muy distintos entre las escuelas, el nivel instructivo de los alumnos al regreso será enormemente heterogéneo, etc.
Las escuelas están obligadas a aplicar el Diseño Universal de Aprendizaje, con respaldo normativo, lo que permite realizar todo tipo de adecuaciones para garantizar los aprendizajes de todos los alumnos. Por otro lado, el Decreto N° 67 de evaluación, al privilegiar la evaluación formativa y limitar la repetición, en compatibilidad con el DUA, tiene que hacer posible mediciones y evaluaciones que no impliquen estrés ni angustia para los estudiantes y que, a la vez, permitan orientar técnicamente el proceso educativo.
Si eso no es posible, significaría que las últimas reformas educacionales no han logrado convencer a los profesores y, peor aún que se desconoce la normativa vigente.
En conclusión, la proposición de los parlamentarios está de sobra, porque no se necesita para que los alumnos continúen en buena forma con su proceso educativo.
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