La luz está en el cielo estrellado

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La noche oscura del alma, sí del alma de nuestras creencias. Pero ¿qué es una noche oscura? Es una noche sin luna y sin estrellas. El cielo está cubierto de un velo que no nos deja verlas. Los sentidos también nos alertan que no hay más Luna ni Estrellas.

Acecha el miedo, el desconcierto y desaparece el horizonte. Todo se vuelve confuso y, así, vamos a tientas tratando de encontrar el camino.

Chocamos con otros. Los otros se vuelven sombras, ya no somos los mismos, ¿quién camina a mi lado? Ronda el peligro.

Pero el alma, esa consciencia que supera nuestra mente, sabe que ni la Luna ni las Estrellas se han ido, sabe que vendrá un soplo divino que, así como creó el Universo, descorrerá el velo y las veremos nuevamente iluminando la noche.

Emprenderemos el camino, con mayor seguridad y algunas certezas, pero nuevamente olvidando que la Luna y las Estrellas no están en el cielo, están en nuestra consciencia.

Hoy quiero compartir que anoche me habló la Luna. Sí, puede que sean tantos días de encierro, pero sé que me habló.

La luna me confesó que le daba un tristeza llevarse los créditos de las noches más bellas, más aún, a sabiendas que no tiene luz propia y que ésta procede de reflejar la luz de infinitas estrellas. Por eso, hay noches que me oculto –me dijo– me gusta ver cómo muchos de Uds. se emocionan ante noches estrelladas y descubren cómo éstas, decoran la oscuridad con diferentes formas y constelaciones. Y así, vuelven a vislumbrar la senda de sus sueños y recobrar la fuerza inagotable para continuar su conquista.

Entendí entonces que yo era la Luna. Sin embargo, pensaba que ser luz  era iluminar a muchos estudiantes sumidos en la oscuridad de la ignorancia. ¡Qué oportuno lo que me dijo la Luna!

Comprendí que son los alumnos y alumnas quienes han iluminado mis noches y me hacen brillar. Son ellos y ellas quienes se reflejan a través nuestro.

A los profes se nos oscureció la noche, las escuelas y colegios están sin Luna y Estrellas, pero tal como nos enseñó el Principito, lo esencial sigue vivo a través de una red invisible a nuestros ojos. Por las redes me iluminan muchas estrellas, por ejemplo, la que nunca habló en clases y ahora no se siente juzgada ni maltratada por el grupo; respondió la estrella que yo recordaba solo al pasar la lista, se atrevió a salir de su anonimato sin la mirada inquisidora del grupo y calificadora de estar en lo correcto.

Soy una luna que en las mañanas cuando me conecto, me iluminan con su buenos días, con sus comentarios y trabajos, con la sorpresa de una relación personalizada donde hemos descubierto a la persona y no al curso, estereotipo ya instalados por tantos años en la cultura escolar.

Y así, en la noche oscura, comprendo que como la Luna, no puedo brillar si mis Estrellas; y que cuando brillo demasiado en la oscuridad de la noche, son ellas las que apagaron esa oscuridad.

El cambio que viene no pasa prioritariamente por los recursos pedagógicos, por los curriculums, por la infraestructura. Pasa por entender que como la Luna, la misión y el propósito de la escuela y sus maestros, siempre ha estado señalado en un cielo estrellado.

2 Comentarios

  1. Que hermoso y reflexivo, después de haberlo leído, me sentí muy identificada con la luna. Ojalá lo puedan leer muchos/as más.

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