“Mi marido se encargó de ir a dejarlo los cuatro días que alcanzó a ir presencialmente, así que las reuniones virtuales han sido la única manera en que he conocido a las profesoras, a los otros apoderados y bueno… ¡la forma en que el resto de los papás nos conocieron a nosotros! No tuvimos ni siquiera un cumpleaños para poder presentarnos”, comenta sobre su debut frente a los otros papás del Colegio Pinares.
Así como las clases han debido adaptarse a la pandemia, las reuniones de apoderados, instancias donde los profesores aprovechan de delinear los objetivos del año, entregar información relacionada con el colegio y ocasión en que muchas familias se conocen unas a otras, también han tenido que acomodarse a este nuevo contexto, migrando de un formato presencial a la modalidad online.
Sin turnos
Luego de cambiar a sus hijos al colegio San Ignacio El Bosque, en Providencia, la familia de Daniela de Barca también fue parte de quienes se presentaron por una pantalla.
Si bien en principio les complicó “ser los nuevos y no alcanzar a conocer cómo funciona el sistema, no poder conocer directamente a la gente”, Daniela optó por ofrecerse como delegada y desde entonces es parte de múltiples reuniones por Zoom, las que coordina con profesores y otros apoderados de kínder, la generación de su hijo mayor.
En ese sentido, a pesar de que le gustaría tener un contacto más directo con la comunidad, destaca que las reuniones remotas permiten que estas “sean más seguidas y tengan harta convocatoria. Antes, si te ponían una reunión un martes a las 6, para muchos era difícil llegar. Puede que llegara solo el 30% de la población del colegio, en cambio hoy día estamos calculando que se está conectando más del 60%”.
Algo parecido cree Romina Mellado, quien piensa que este nuevo formato permite que sea más fácil que los papás puedan participar juntos.
“Antes había que turnarse para que uno quedara a cargo de los hijos mientras el otro iba a la reunión. Como ahora es todo desde la casa, podemos participar los dos”, explica.
“Están el papá y la mamá, que no es algo típico en las reuniones presenciales”, concuerda Manuel Contreras, apoderado de 5to básico en el colegio Compañía de María de Seminario, en Providencia.
Aunque Contreras destaca que la convocatoria de las reuniones de apoderados en línea ha sido alta, dice echar de menos el poder reunirse todos “a echar la talla”.
Según explica, los apoderados del curso de su hijo se llevan muy bien y aunque “la profesora está muy abierta a preguntas y busca feedback, a veces da la sensación de que a nuestra generación quizás se le hace más difícil interactuar por Zoom” y que en general “se apaga un poco la dinámica de conversación”, dice.
Otra cosa que le ha llamado la atención, es que cuando sí hay preguntas, los profesores jefes deben enfrentarlas por su cuenta, sin mucho respaldo. “A los profesores jefes les tocó dar la cara en un contexto súper incierto, muchas veces sin toda la información necesaria”.
En las reuniones presenciales, en cambio, muchas veces la directiva de un colegio reúne en principio a todos los apoderados de una misma generación. Solo después de entregar información común para todos, cada clase se divide para hablar de forma específica con el profesor jefe.
Chascarros
Buscando mantener vigente este concepto, en la Escuela Tucapel de Arica se optó porque en cada reunión virtual, además del profesor a cargo del curso, también se sumaran miembros del equipo directivo.
Aunque asegura que estos encuentros remotos han resultado bien, como anécdota, Susana Contreras, la directora del establecimiento, cuenta que “a veces hay cosas que no son muy gratas: suenan ollas o se escuchan gritos de niños jugando en la casa”.
Ella los llama los “chascarros” del micrófono abierto.
Estos momentos, eso sí, no opacan el esfuerzo que hacen muchas familias para conectarse, enfatiza la directora, quien explica que para varios de sus apoderados esta tarea no resulta fácil, porque tienen pocos dispositivos tecnológicos o una mala conexión.
