C. Menares y C. González – El Mercurio
Ofrecer varias alternativas de evaluación es otra de las medidas que piden los alumnos y que los expertos estiman es útil para incentivar la lectura. “Se da una paradoja en que el hábito y el placer lector se enfrentan al ‘control’ de lectura, que tiene un carácter casi punitivo para los estudiantes”, dice Alejandra Ochoa, quien agrega que en muchos departamentos de Lenguaje de colegios ya se trabaja en ofrecer formas más diversas de evaluar, por ejemplo, a través de cómics, videos o podcasts. De hecho, en la encuesta del Mineduc, una de las alternativas que sugieren los alumnos es la “creación de un manga o cómic de la lectura”.
Esto no significa dejar de lado las tradicionales pruebas escritas. “El punto es establecer bien para qué evaluamos la lectura —comenta Carla Muñoz—; se trata de comparar, contrarrestar, hacer análisis críticos, y para eso puede ser útil escribir respuestas, pero también recurrir a otras formas de comunicar”.
Pero, pese a su gran variedad, el uso de recursos digitales es bajo (19%) entre los profesores encuestados.
“La mayoría de los libros que he leído han sido los que piden para leer en la escuela, y eso me provoca una sensación de estar presionada para leer, y no me siento cómoda. Pero los libros que leo por mi cuenta me provocan una sensación de estar en mi propio mundo al estar completamente concentrada”.
Esta opinión, de una alumna de 3º medio, es una de las tantas respuestas que se pueden encontrar en la Encuesta de Percepción de la Lectura, aplicada este año por la coordinación del Nivel de Educación Media, de la División de Educación General del Ministerio de Educación (Mineduc).
En ella participaron voluntariamente, entre marzo y abril pasados, 17.879 estudiantes de 7° básico a 4° medio de todo el país, así como 683 docentes que imparten la asignatura de Lengua y Literatura en estos cursos.
Junto con mostrar un gran interés por el tema por parte de los estudiantes, los resultados revelan que la mayoría respondió que le gustaría leer más libros que los representen, porque la lectura es una oportunidad de relajarse y combatir el aburrimiento, por ejemplo. Libros de acción, terror y aventuras están entre sus favoritos.
“Conocer qué piensan los estudiantes entrega elementos para responder a sus inquietudes e intereses, analizar de forma más precisa cómo interactúan con la lectura y escuchar sus voces como lectores juveniles”, comenta Raimundo Larraín, jefe de la División de Educación General de Mineduc.
En tanto, “la opinión de los docentes permite establecer diferencias entre sus percepciones respecto de la lectura y la de sus estudiantes, lo que favorece un proceso de reflexión crítica sobre los lineamientos pedagógicos referidos al fomento lector”.
Lo importante, enfatiza Larraín, es que mientras más pequeños los estudiantes adquieran un gusto por la lectura, “se pueden lograr intereses más arraigados por ella”.
En esa tarea, la familia juega un rol fundamental, dice César Díaz, director de la Escuela de Lenguaje y Comunicación de la Facultad de Educación de la U. San Sebastián. “El interés por la lectura se empieza a formar antes de entrar al colegio; la motivación surge desde la casa, generando espacios e incentivos”. Luego, en la enseñanza formal, la idea es robustecer este interés.
Múltiples beneficios
Pero algo pasa en ese camino, considerando que la realidad muestra que a medida que se avanza en la etapa escolar, “hay un bajón motivacional”, advierte Carla Muñoz, académica de Psicología de la U. Católica del Maule y quien participa actualmente en una investigación internacional, de 22 países, sobre cómo los docentes motivan a los estudiantes.
Por ejemplo, según datos de la Agencia de la Calidad de la Educación, el 65% de los escolares chilenos de 4° básico dice que la lectura es uno de sus pasatiempos favoritos. Opinión que solo comparte el 40% de los alumnos de 2° medio.
“Es un fenómeno multicausal y la motivación va evolucionando a través del tiempo”, aclara Muñoz. En tal sentido, un elemento clave es la autonomía, la capacidad de decidir qué leer, precisa. Justamente una de las peticiones que hacen los alumnos en la encuesta del Mineduc: lamentan que la lectura no pueda ser elegida de acuerdo con los gustos, así como la poca variedad de títulos, que sean poco motivantes; lo extenso de los libros y los formatos en los cuales se presentan.
Lo anterior lleva a que al leer algo que no los motiva, la lectura termine por no gustarles, generarles estrés, sueño o flojera (las respuestas más frecuentes).
A partir de estas opiniones, “se puede sugerir que la lectura sea entendida como un compromiso y proyecto de toda la comunidad educativa, (…) validando las prácticas de lectura de la juventud actual, sus propósitos y formatos, temáticas y géneros”, dice Larraín, por ejemplo, en la definición de los textos incluidos en los Planes de Lecturas Domiciliarias del establecimiento.
La idea es llegar a un acuerdo, opina Alejandra Ochoa, académica de la Facultad de Educación de la U. Diego Portales, quien agrega que en el currículo de 3º y 4º medio, de 2019, aparece mencionado de forma recurrente el averiguar qué les gusta a los alumnos. “Eso debe ir en consistencia con el canon: por un lado, promuevo la lectura en términos de lo que quieren leer, pero también lo que considero valorable como experiencia literaria”.
En esa dinámica, es importante explicar a los estudiantes por qué se escogen algunos libros o tópicos, agrega Muñoz. “La lectura tiene un sentido en función de un aprendizaje, y muchas veces los alumnos no saben por qué están haciendo las cosas”.
La lectura tiene varios beneficios, concuerdan los expertos, no solo mejora la ortografía y el vocabulario. “Ayuda a cultivar el pensamiento y la capacidad de razonar”, enfatiza Muñoz, así como la imaginación, la creatividad y la emocionalidad.
El formato virtual que ha caracterizado a la pandemia también permite extraer enseñanzas. “Los profesores empezaron a indagar en plataformas digitales, y eso es una riqueza; no hay que temer a abrirse a otras formatos, como el audiovisual”, y que pueden ser más familiares para los estudiantes, dice Ochoa. Sobre todo si el acceso a libros físicos no es el óptimo.
(Me gustaría) “que leyéramos más cómics, mangas o libros históricos, porque normalmente las lecturas que dan no son muy divertidas y, por lo tanto, algunos niños no los leen, porque se aburren”, opina un estudiante de 2° medio en la encuesta.
“Hay que generar espacios en el aula para que el estudiante pueda escoger, y se sienta seguro, acompañado y respetado en ese proceso”, enfatiza Muñoz.